miércoles, 24 de junio de 2009

Giol ascendente en Fecovita

Foto Cdor. Juan Rodriguez y presidente H. Hidalgo


Fecovita es una cooperativa de segundo grado en donde existen 5000 mentirosos productores, que no pasan de 300. Estas empresas son engendros, y explicamos el porque...

1ª alguien se a preguntado, si un grupo de personas que son productoras de algo, ¿se agruparían para formar una cooperativa?, y las sociedades anónimas...qué, se les puede llamar empresas privadas, NO. Del estado tampoco, y entonces.
Se entienden las cooperativas cuando están las regiones aisladas por su geografía y las personas necesitan por ejemplo un centro asistencial, en poblaciones determinada máquina o equipo para obtener un bien común a todos como podría ser agua potable, pero en el vino?...
Empecemos por el gobierno de Bordón, fue la primera privatización en el país, Bodegas y Viñedos Giol. Empresa deficitaria como ya conocemos y no quiero detenerme en ello, Bordón la forma en cooperativa, en asociación de cooperativas y cual es motivo, ¿porqué no como estaba de moda en la época la compró un grupo inversor o otra bodega?.
Repacemos la historia de Giol, el estado a través de la Bodega fijaba precios de la uva, vino, mosto, etc.. Los productores les vendían sus uvas a Giol, cuando había una demanda grande y la existencias de uvas era poca el precio ya no lo fijaba la Bodega estatal Giol, sino el mercado, ahora cuando el stock de uvas era excesivo golpeaban las oficinas de los burócratas politiqueros de Giol y le sacaban al Estado el precio justo, claro justo para ellos, y como el folclore de los mendocinos fue la tierra del vino y los politiqueros para ganar alguna tribunita fomentaban la intervención del Estado en la compras de uvas y mostos y lograban que Giol les comprara la uva, el vino y el mosto.
Lograban que el Estado se sobreestockeara de vino alquilando bodegas privadas, o sea el colmo de los colmos, ranchos que la palabra Bodega les quedaba grande y entonces el tarado del barrio (Giol), se las alquilaba eso si ... a precios justos, de mercado, y los ranchos tomaban forma de bodega, si con el tiempo descubrían que era más negocio trabajarla ellos anulaban los contratos y el zonzo estado y sus zonzos funcionarios contadores que justamente pertenecen en la actualidad al staff de Fecovita (uno por ser era Juan Rodriguez gerente actual de Fecovita y otro el ex gobernador Gabrielli, solo por citar algunos), inventariaban cualquier cosa, si Giol la equipaba reconstruyendo y enlozando sus lagares, cambiando cañerías, colocando tapas, y como en el inventario figuraba lagares, tapas y cañerías quedaban ahí. Aclaremos que en la época y como ahora también el slogan "LOS ACCIONISTAS DEL ESTADO SOMOS TODOS" y por carácter transitivo somos la población, dueños y gerentes, Giol debía salir a resucitar muertos y los productores piojentos por ser pobres el Estado los ayudaba, ¡va! una manito, la misma mano que el gobernador Bordón, su secuaz Eduardo Sancho y el piojo de Juan Rodriguez (miembros del Opus Dei y Dialogo Interamericano), la pasó a manos de productores cooperativos, sí, los mismos que desenmascaramos antes, y qué justo cuando estaban en la lona, producto de la hiperinflación que azotó la Argentina hasta el `89, les daban un regalito en bandeja. Vale que la hiperinflación se produjo al emitir moneda sin respaldo y las provincias y Mendoza entre otros estos manejos de compra deficitaria de mostos, rescates y créditos a través de los Bancos Mendoza y Previsión que nunca se cobraban, pedían a la Nación plata y giros creándose una bola de nieve cada vez más grande e imparable. En definitiva los productores deficitarios siempre sacados de pozo
Si vieran cuando los productores entraron el primer día a la nueva Bodega devenida en Fecovita, los turros muertos de hambre en Rastrojeros, Fores viejitas, vestían sacos gastados, Hidalgo, Fernandez, Vicci, y demás pobretones ,en la actualidad señores, con gastos personales pagos, viajes al exterior, y por supuesto el equipo de Gerentes, todos administrativos, contadores, abogados que en la época de Giol no pasaban de pinches (el contador Juan Rodriguez uno) como el ex-gobernador Gabrielli, como no tener una foto para describir lo perejiles que eran.

Como fundieron Giol

A continuación transcribimos la investigación realizada por la Dra. Ester Kaufman, en donde hace incapié en jugosos díalogos entre el gobernador José O. Bordón y el ing. E. Sancho, lo que no aclara es la nómina de contadores como el sr. Juan Rodriguez, R. Gabrielli y otros que participaron del vaciamiento de la empresa.


Sinopsis

El caso relata el proceso de privatización de GIOL, empresa estatal que cumpliera un papel importante en el sostenimiento de la producción, fraccionamiento y comercialización vitivinícola.

Esta será una de las primeras privatizaciones en el país. Su interés es histórico ya que evidencia el difícil tránsito hacia otra concepción de Estado. Hasta ese momento era inaceptable que el Estado se desentendiera de su actividad productiva.

Parte A: Este proceso tuvo lugar en la provincia de Mendoza, durante el gobierno del Dr. Bordón. En ese entonces, “privatización” era una mala palabra en casi todos los sectores, especialmente en el partido provincial gobernante, el justicialista, ya que atentaba contra sus valores de identidad partidarios. Lo mismo sucedía con los sindicatos involucrados, cuya extracción política era la misma. Ni que hablar de otras fuerzas de centro y de izquierda, las que en este caso se expresaban en el seno del Poder Legislativo, donde se votó una ley contraria. A pesar de todas estas oposiciones, nadie proponía una alternativa viable ante la catástrofe empresaria de GIOL, excepto el sector conservador que sugería lisa y llanamente su venta sin consideración de los efectos socioeconómicos y laborales. GIOL se encontraba endeudada y ya sin crédito, lo que impedía su solvencia interna y también ejercer una actividad equilibradora respecto a la producción privada vitivinícola

La dirección de la empresa proyectaba entregarla a una cooperativa de pequeños y medianos productores vitivinícolas (FECOVITA: cooperativa de segundo grado), para lo cual estaba trabajando en la integración del mayor número de productores posibles. Frente a este plan, reaccionaban los grandes productores, que preferían la desaparición de GIOL dejando, por ende, un mercado atomizado de pequeños productores.

Parte B: El Poder Legislativo sancionó la ley que impedía la continuación del proceso de privatización. El gobernador intentó encontrar alguna fórmula de negociación que significara una privatización parcial, pero tanto la dirección de GIOL como el ministro de Economía, el Dr. Gabrielli, se opusieron. Finalmente, Bordón vetó la ley provocando entre otras reacciones las del sindicato que lanzó una serie de medidas de fuerza.

Parte C: El escenario, en este caso, es la empresa. El sindicato decidió tomarla reclamando medidas que las autoridades de GIOL descubrieron no creíbles para los empleados. Es entonces que decidieron negociar directamente con la gente, saltando la representación gremial, lo que dejó descolocado al gremialismo. Esta debilidad del sector anunciaba lo que luego sería parte de un proceso generalizado de pérdida de representatividad.

Parte A

En el transcurso de 1987, con el cambio de las autoridades políticas el ingeniero agrónomo Sancho es nombrado presidente de la empresa GIOL. Dejaba así su cargo anterior de presidente de FECOVITA (Federación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas), un organismo que funcionaba como Cámara de cooperativas sin tener otra actividad bodeguera o comercial.

El doctor Gabrielli, Ministro de Economía de la provincia designado por el gobierno justi­cialista del doctor Bordón, es quien le ofrece el cargo. De esta manera, el señor Sancho presenta su renuncia a FECOVITA y asume de inmediato la dirección de GIOL. Su objetivo inmediato es reestructurar esta empresa, tratando de cuidar los efectos que las medidas a adoptar pudieran generar entre los productores vitiviníco­las que hacían entrega de su cosecha de uvas para que la empresa GIOL elaborara, fraccio­nara y vendiera el producto.

Esos miles de productores que no podían hacerse cargo de todo el proceso hasta la venta, como sí podían hacerlo los grandes bodegueros o los productores integrados en cooperati­vas, tradicionalmente habían sido contenidos por GIOL al quedar enmarcados en su política regulatoria, que los amparaba de intereses podero­sos. Pero la misma estructura de la empresa estatal al encontrarse sometida a los continuos vaivenes políticos y burocráticos la hacía altamente ineficiente para ese fin, salvo que el presupuesto para su funcionamiento pudiera seguir obteniéndose de las arcas del Estado provincial, a través de sus bancos, como dinero sin retorno. Y eso era lo que estaba sucediendo en ese momento.

La estructura central de GIOL se encontraba en Mendoza, una provincia de Argentina de 148 827 km2 y 1190 000 habitan­tes. Una región fundamentalmente montañosa, de terreno semiárido y clima seco con reducidas áreas de aprovechamiento económico, cuyo principal culti­vo es la vid que ha generado una importante industria vitiviní­cola de fama internacional. También se producen frutas de gran calidad. Y del subsuelo se obtiene petróleo, hierro, uranio, cobre, plomo y manganeso, lo que agrega industrias extractivas, químicas, metalúrgicas y refinerías de petróleo a la economía provincial.

Una decisión inamovible

Para las nuevas autoridades GIOL no representaba un problema contable, sino fundamentalmente un problema industrial y social. No obstante, y no teniendo ningún proyecto de readecuación económica para la empresa, se establece una premisa como inamovible: GIOL no elaboraría más vino a partir del año 1989. Con esta base de funcionamiento se consideraría cómo proteger a los distintos sectores que se verían afectados, del desorden y el imperio de la ley del más fuerte.

El ingeniero Sancho era un conocedor de la actividad vitivinícola y cooperativa de la zona, y asumía su puesto convencido del sentido global del cambio pero con indecisión operativa respecto a los infinitos detalles que significaban su desarrollo. Alto y delgado, de nariz aguileña y recto en el porte, con su cabellera negra y bigotes de antiguo corte, causaba buena impresión por su imagen franca. Al aceptar el cargo sin ser político, sólo un técnico, suponía que su gestión sería apoyada por el gobierno provincial.

Aunque no podía dar ese respaldo como segu­ro, sabía que esto dependía del sentido que le imprimiera a la reestructuración de GIOL. Si bien consideraba muy difícil avanzar sin problemas hacia una propuesta de privatización directa ya que, salvo el caso de una línea aérea, no había antecedentes de privatizaciones de esa enverga­dura en el país “(...) en una sociedad y con políticos acostumbrados a todo lo que el Estado había procurado y, aunque ya no lo procuraba, todavía esperanzados en ese sentido”, según sostenía, otras veces se sentía más seguro como cuando alegaba: “¡Me dieron carta blanca!” No sabiendo si ésta era una afirmación hacia los demás o sólo un modo de convencerse a sí mismo de tal posibilidad.

Recordaba que un ex presidente de la empresa, el doctor Bobillo, quien estuviera a cargo de ese puesto durante el gobierno radical anterior, había expresado: “Una empresa que tiene un pasivo de 165 millones de australes, ni en 50 años puede revertir esa situación (...) Ello lleva a que mas allá de las declaraciones sentimentales o de demagogia facilista, había que reconocer que GIOL no está en condiciones de regular nada”), en diario Los Andes, 23 de enero de 1988). “Sin embargo --durante mi gestión en 1987-- no presenté ninguna propuesta de privatización. De haberlo planteado, segu­ramente me habrían colgado de la plaza” (entrevista personal en Los Andes, 20 de junio de 1989)

En el momento de su designación, el ingeniero Sancho sentía que podía contar con la colaboración de hombres de su edad, de 35 a 40 años, y parecido temple para acompañarlo, aunque luego ingresarían gerentes mucho más jóvenes. La mayoría ostentaba una similar contextura física, aunque alguno fuera más imponente que otros. Sin embar­go, no todo era homogéneo en ellos, máxime si se trataba de su saber en cuanto a la industria vitivinícola. ¿De dónde se conocían todos ellos?, y ¿quién los había reunido?

Si realizamos un seguimiento de sus actividades anteriores, sus conexiones eran fundamentalmen­te académicas, de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacio­nal de Cuyo. Con el agregado de pertenecer todos a un ambiente católico que, según ellos se presentaban, les aseguraba una “formación moral común sana y un gran espíritu de servicio a la comunidad”. En lo político volvían a igualarse, ninguno de ellos era partidario del gobierno que los había designado y la mayoría reconocía ser apolí­tico. Tiempo después, esta homogeneidad se rompería, cuando el doctor Flamarique fuera incorporado como vicepresidente de GIOL, ya que sería el único que podía lucir antecedentes partidarios afines con el gobierno provincial.

En general, todos los nuevos funcionarios de la empresa eran técnicos extra partidarios convocados por el gobernador Bordón y su ministro Gabrielli, sin pretensiones de adhesión justicialista. Esto no significaba que los nuevos gerentes no compartieran ideas políticas generales comunes, ideas fundamentalmente pragmáticas. En esta ocasión, el Directorio de GIOL estaba conformado por una mayoría perteneciente al partido o a los equipos del gobernador, y sólo un director era de filiación contraria.

Permanentemente se intentó establecer consenso sobre las medidas de transformación, a pesar de toda las dificultades que tal actitud originaba. Por ejemplo, el sector oficialista surgido en las elecciones no podía resignar sus expectativas sobre GIOL, como forma de dominio estatal de todas las áreas acumuladas ya que esto había sido una bandera permanente de su partido en todas las gestiones anteriores. Y tal actitud había significado descono­cer abiertamente lo anunciado en el Plan de gobierno, al asumir éste (ver anexo).

Esta situación había hecho pensar al gobierno en intervenir al Directorio y la empresa, ya que todo lo que se avanzaba en el sentido de la reestructuración era desandado por los direc­tores en confabulaciones con el sindicato y el personal de la empresa, al garan­ti­zar el mantenimiento del statu quo. Al respecto, Sancho solía comentar: “Yo estoy diciendo que GIOL no va a elaborar más vino y ellos están enfrente asegurando lo contrario, que GIOL seguirá haciéndolo.”

Aparte de estas cuestiones derivadas de posturas polí­ticas, aparte del ingeniero Sancho el directorio se hallaba huérfano una vez más de especialistas sobre el tema. Con anterioridad el primer vicepresidente había sido un sociólogo, que debió renunciar en 1988 por la presión recibida, y su reemplazante, Flamarique, resultó ser un financista quizás el más comprometido políticamente con el gobierno.

A su vez, el secretario de GIOL era el propietario de una

empresa constructora de techos quien, al fallecer fuera reemplazado por un escribano. Uno de los directores provenía del sector productivo de Tunuyán; otro de los nombrados era un político profesional alineado en el oficialismo provincial, y algún otro que estaba vinculado a los medios de comunicación al renunciar fue reemplazado por un empresario de la industria del plástico. El único director de la oposición era contador y conocía bastante sobre el tema por haber participado en GIOL desde el período anterior. También el síndico de la empresa era contador, y tenía un conocimiento bastante extendido del sector vitivinícola al haber sido el ex contador general de la empresa.

Cómo seguir

Las autoridades salientes habían llegado a la conclusión que GIOL era inviable financieramente, pero no habían logrado avanzar sobre medidas concretas excepto salvatajes de corto alcance como no pagar las cargas sociales. La situación no podía ser peor: hacía cinco años que la empresa esta­ba en descubierto bancario, solventada por los bancos oficia­les a quienes se les trasladaba la crisis. Al asumir Sancho, los directores de estos bancos ya no estaban dispuestos a financiar más la deuda porque el Banco Central los había intimado a ponerle punto final.

Así, GIOL se había convertido en el deudor principal de los bancos provinciales cayendo en la categoría de incobrable, y esta posición se mantuvo a pesar de las presiones del ministro de economía anterior. Los productores vitivinícolas relacionados con la empresa a su vez, presionaban para que se continuara con la elaboración, el fracciona­miento y la comercialización del vino, ya que la cosecha de uva de ese año había sido una de las más grandes de los últimos tiempos y necesitaban concretar sus resultados. Por otro lado, comenzaron a gestarse conflictos gremiales frente a la notoria inestabilidad de la empresa GIOL.

Este panorama llevó a Sancho a ocuparse en forma personal tanto de los productores como de los empleados. Al respecto, él solía decir que el problema de la empresa eran los hombres y no las situaciones. Como resultado de esta postura se vio obligado a delegar, precisamente, algunas funciones esenciales entre las que estaban incluidos los problemas financieros. En cuanto al ámbito político provincial, en el momento de su gestión gobernaba el partido justicialista, opositor a nivel nacional, que contaba --para colmo-- con minoría parlamentaría. Esto se debía a que en las últimas elecciones sólo se había renovado el ejecu­tivo local. El poder central --dirigido por el partido radical--, a pesar de reconocer tibiamente la necesidad de privatizar áreas del Estado innecesarias para el ámbito público, no se había lanzado a ninguna privatización importante, y ésta era también la posición de la mayoría legislativa local de extracción radical.

El gobierno provincial no podía esperar apoyo de otros partidos políticos por propia lógica ya que nadie les iba a reconocer que estaban haciendo lo conveniente. Incluso los conservadores del Partido Demócrata, acérri­mos defensores de la privatización, iban a apuntar sus cañones contra el gobierno provincial para quitarle mérito a una medida que entendían debía haber sido impuesta por ellos. En cuanto a los detalles de cómo privatizar, los conservadores pedían el cierre de la empresa y la venta al mejor postor sin mediar ninguna preocupación por el destino de los pequeños productores.

Por otra parte el gobierno provincial, si bien podía mirar con simpatía alguna forma de privatización, pertenecía al mismo partido que había estatizado la empresa cuatro décadas atrás y muchos de sus integrantes todavía se enorgullecían de dicha iniciativa. El justicialismo en su época había hecho bandera del importante papel del Estado sobre el área económica, por motivos tanto de defensa nacional como de justicia social. Esto había motivado rupturas dentro del propio bloque legislativo del justicialismo. Los sindi­calistas del sector vitivinícola participaban del mismo ideario sin detectar la significación del cambio operado en esta nueva gestión. El cambio había sido anunciado en la campaña diciendo que la parte comercial de GIOL debía ser absorbida por las cooperativas, pero no se había utilizado la palabra “privatiza­ción”. “Nadie hablaba de ‘privatizar’ en esa época”, recordaba Godoy, uno de los principales asesores del ingeniero Sancho.

El equipo de Sancho ponía como condición para su labor, que GIOL se privatizara y que no elaborara más vino desde l989. El gobierno tenía temor a la reacción que esto pudiera generar, de ahí que deseara tomar medidas que fueran más fáciles de implementar. Frente a esta actitud, los productores respondían con desconcierto y dudas. El resultado fue que se generaron dispari­dades en las posturas: mientras unos temían quedar en manos de los grandes bodegueros, y otros desprotegidos frente a los problemas económi­cos, otros más se sentían fuertes como para ocupar el lugar que GIOL pudiera dejar vacante.

Por otro lado, todo el sector integrado de pequeños y medianos productores y el sector vitivinícola externo a este paternalismo estaban en contra de GIOL porque la competencia que generaba tergiversaba las leyes del mercado, con las ventajas del crédito conseguido políticamente. Pero, a diferencia de la mayoría de las empresas esta­tales GIOL no era monopólica en su campo de acción y tenía que competir en el mercado con las empresas privadas comprando uva a precio más alto y vendien­do el vino producido a precio más bajo. Y este era un excelente argumento para impulsar el apoyo a la privatización de GIOL, aunque los sectores que propiciaban esto quisieran darle diferente rumbo, de acuerdo a sus intereses: a los grandes productores les interesaba formar oligopolios de compradores en un mercado de productores atomizado. Por el contrario, las cooperativas y sectores más pequeños, anhelaban impedir a toda costa esa atomización.

En cuanto a los habitantes en general, el gobierno provincial había desarrollado una eficaz campaña de información que facilitó que tanto la población como las fuerzas vivas impulsaran la privatización de GIOL, sin que existiera consenso o discusión sobre cómo debía producirse ese cambio, con mensajes del tipo: “La deuda que genera GIOL es de 1 millón de dólares por mes. Esto equivale al total del presupuesto de la policía o al 30 a 40% del de educación o a la construcción de tantos barrios o tantos hospitales.” Y la población mendocina empezó a mirar a GIOL como a una bomba de tiempo.

En resumen, nadie sostenía que GIOL pudiera quedar tal como estaba (con excepción de la izquierda política de escasa representatividad) pero las posiciones sobre la orientación del cambio eran encontradas. El doctor Gabrielli opinaba frente a esto: “Este no es un problema de caja como sostienen los conservado­res. Nosotros debemos darle una solución a los dos sectores más perjudicados: al personal y a los productores dependientes de la empresa. Además, nos tenemos que hacer cargo del efecto que, en la estructura vitivinícola, generan las medidas. Si descuidamos a los productores, podemos quedar en manos de un monopolio o de un oligopolio en el mercado, maniobrando en el precio de compra de la uva y el precio de venta del vino. No podemos olvidar que el 80% de los productores no está integrado verticalmente con la comercialización. Sólo los grandes tienen bajo control todo el proceso.”

En la cuerda floja

El 28 de octubre de 1988 el ejecutivo provincial dicta el Decreto No. 3345 donde, entre otras cosas, fija para dentro de los 150 días posteriores la fecha de licitación pública de la unidad de fraccio­namiento y comercialización de GIOL; ratificando que no elaborará más vino y disponiendo la separación administrativa de Bodega La Colina. La historia de La Colina era un asunto fácil de separar ya que, tal como lo recordaba el señor Bobillo: “GIOL a lo largo de los años fue incorporando cosas. En uno de los gobiernos de los Gabrielli, familiares del actual ministro aunque demócratas, se decidió la compra de La Colina que era un gigantesco establecimiento de San Rafael. Entonces, no solamente GIOL terminó elaborando y ven­diendo vinos sino que, además, entró en el mercado frutihortíco­la. Dejó de ser un regulador, de proteger la producción, para lanzarse a otras lides. Y esto lo hace como empresa.”

Como se ve, con relación a La Colina no podían existir muchas dudas respecto a que no debía pertenecer al área estatal, pero la unidad de fraccionamiento y comercialización estaba más directamente involucrada con los mecanismos regulatorios de la empresa. Bobillo recreaba la historia parlamentaria en los siguientes términos: “En el 89 el peronismo era primera minoría y la mayoría la tenia la Unión Cívica Radical. Por eso Bordón no se atrevió a mandar un proyecto de ley. El gobernó dos años en minoría y en ese tiempo no existían proyectos alternativos. Había consenso respecto a que GIOL no podía seguir apropiándose de los recursos provinciales. Pero, de ahí en más... El radicalismo, entonces, se dedicó al tiroteo, al igual que el resto de las fuerzas políticas. Los que más se adhirieron fueron los demócra­tas (conservadores). Pero los alimentaban intereses distintos ya que no deseaban abrir GIOL sólo a las cooperativas sino también a otras institu­ciones. Querían, fundamentalmente, una sociedad privada donde se participara con acciones. Imperaba la lógica de costo-beneficio, de utilidad-pérdida frente a una lógica políti­ca de favorecer a los productores.”

Por otra parte, había secto­res dentro del propio campo del justicialismo, que no aceptaban ningún despren­dimiento de las funciones que el Estado cumplía en GIOL. Uno de ellos era el diputado Montaña. La pregunta era: ¿puede el Ejecu­tivo disponer de los bienes de GIOL?. La respuesta en el poder legis­lativo fue mayoritariamente negativa. Sólo el sector justicia­lista que respondía al gobierno y los demócratas estu­vieron de acuerdo. Estos últimos consideraban que el gobernador no se había excedi­do en sus funciones pero que, políticamente, debía buscar el apoyo parlamentario.

El 1 de diciembre de 1988 la Cámara de Diputados exigió el tratamiento legislativo de la reestructuración implementada por el Decreto 3345. Esta iniciativa tuvo como autor al propio Montaña junto con el diputado Segovia, también perteneciente al mismo bloque. Esta iniciativa consistía en una solicitud al fiscal de Estado para que planteara la inconstitucionalidad del decreto. Paralelamente se declaraba la indisponibilidad de los bienes de GIOL por una vía distinta a la legislativa, modificando el texto de la ley orgánica de GIOL. Esta iniciativa fue aprobada por el cuerpo. Su texto se encontraba, en ese momento, en el escritorio del gobernador y corría el último día disponible para decidir el veto.

Esos días fueron vividos angustiosamente por el equipo de GIOL porque tenían todos los procesos iniciados para culminar con el proyecto de reestructuración y no elabora­ción. Decidieron que si la ley no era vetada presentarían la renuncia. El gober­nador se estaba tomando todo el tiempo para sopesar la decisión. Muchos dudaron, en esos días, de que él estuviera dispuesto a sufrir más presiones a consecuencia de la línea liderada por Sancho. Pero no todos producían inseguri­dades, dentro del gobierno alguien los apoyaba a rajatabla, “a cualquier precio”, decía él. Se trataba del ministro de economía.

Cuestiones a resolver

¿Cuál era la verdadera situación?: diferenciar la situación política de la económica y social, considerando:

1. ¿Cómo aparecen los actores ubicados respecto a la situación así caracterizada?

Definir el espacio de iniciativa de cada uno de los actores.

2. ¿Quién representa a quién?

Definir las mediaciones posibles a ser utilizadas en eventuales negociaciones.

3. ¿Qué podía hacer Sancho?:

Argumentos y estrategias.

4. Analizar cada estrategia conjuntamente con los impactos en el sistema político económico y social.

Parte B

¿Lo veta o no?: la antesala

Sancho se hundía en un oscuro diván, situado en el lugar menos relevante de la sala de espera. Necesitaba la penumbra para concentrarse, ya que estaba esperando se concretara la audiencia con el gobernador. Acababa de mirar nuevamente el video con el mensaje de Bordón pronuncia­do unos días antes del dictado del decreto. Acudían a su memoria las palabras pronunciadas por ese rostro grave que el gobernador lucía siempre en los momentos importantes: “Tengo en mi porta­folios ya la pro­pues­ta del Ministe­rio de Economía respecto a la reestructuración de GIOL. Estamos decidi­dos a hacer las reestructuraciones nece­sarias. Hemos trabajado con mucho cuidado, profundizando sobre el tema durante nueve meses, consultando y concertando práctica­mente con todos los sectores de la comunidad.

Ahora le toca al gobierno tomar esta decisión, y esperamos ser acompañados por la mayoría de aquellos a quienes hemos consultado, sabiendo que en todo cambio profundo es imposible satisfacer la totalidad de las aspiraciones de cada sector. Pero es necesario armonizarlas en aras de un cambio profundo que en todos los temas tiene que tener la provincia.

Nosotros no hemos venido a llevarnos nada por delante, sino, con el absoluto respeto por todos, a cambiar las cosas que creemos que no funcionan bien en Mendoza. Y como estaba, GIOL no funcio­na bien para los intereses de Mendoza, más allá del esfuerzo y los avances importantes que el presidente y su directorio han hecho. Pero luego de nueve meses de gestión y tal cual lo pensábamos desde un principio es indudable que se necesita un cambio y una reestructuración. Y estamos absoluta­mente decididos a hacerlos.”

Otro discurso acudió a la memoria de Sancho, era el que había precedido al decreto. Recordaba entre otras cosas las siguientes palabras: “Nuestra decisión de que GIOL no elaborará directamente ha ido acompañada de que garanti­zará la elaboración de los pequeños productores a través de la organización de cooperativas y de convenios especiales con éstas para defender fundamentalmente a los más débiles, a los más pequeños... Venimos a continuar con la obra que se iniciara en 1954 cuando la pro­vincia adquirió GIOL... Venimos a utilizar la infraestructura de GIOL que no se considera necesaria que esté en manos del Estado, para que sea puesta al servicio de la integración de los produc­tores a fin de dar una solución inte­gral a esta industria.”

Sentía aquél momento como el de mayor seguridad en el apoyo a su gestión, y añoraba esa casi ausencia de dudas. El apoyo había existido y era importante para él revivirlo en ese preciso momento, para no sentirse cubierto por las sombras. Ahora estaba allí, a punto de enfrentarse con la misma cara, esta vez sin pantalla del televisor median­te. Sabía que iba a tener otro apoyo, el de Gabrielli quien hacía rato estaba adentro charlando con Bordón.

Comenzó a rememorar sus primeros contactos con el ministro de economía. Gabrielli perte­necía al antiguo equipo político de Bordón, y provenía de una familia de conservadores demócratas que tiempo atrás ocuparan la gobernación. Economista egresado de la Universidad de Cuyo, había llegado a conocer con bastante profundidad el tema vitivinícola a raíz del aseso­ramiento que brindaba a entidades gremiales del sector. Su aspecto juvenil no concordaba con la responsabilidad de su cargo.

Allá por 1986 fueron a visitar a Bordón porque el ingeniero Sancho tenía en ese entonces muchas ideas para sugerir. Luego, su contac­to con él, al igual que con el resto de las fuerzas políticas, se concretó a través de Gabrielli. Éste fue precisamente quien lo propusiera para el cargo en GIOL, y nunca había logrado saber si aquélla fue idea suya o de Bordón. También fue Gabrielli quien propusiera algunos directo­res de GIOL sin precaverse sobre alguna unidad de criterio que pudiera haber entre los designa­dos.

Hacía rato que había pasado la hora fijada, y el reloj avan­zaba sobre el último día de plazo para el veto. ¿Jugaría la última carta? Sancho tenía varias cosas que informarle al gobernador, y quería hacerlo personalmente. Esta idea de integrar a los productores la creía factible si el gobierno lanzaba medidas y campañas preci­sas en torno a la privatización y a la no elaboración del vino. Para esto se necesitaba que la varita mágica del Estado desapareciera de la cabeza de los productores.

Algunos viñateros ya lo habían asumido, pero con otros la cosa era muy difícil. Concretamente, Sancho le propondría asociar a los productores históricamente protegidos por GIOL en cooperativas para éstas elaboraran el vino. Luego, el paso inmediato era ampliar las actividades de FECOVITA, entidad de segundo grado que él había estado dirigiendo con anterioridad, quien se haría cargo del fraccionamiento y venta, por un lado, y de la absorción de parte del personal de GIOL, por el otro. Para ello, la Federación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas debía participar en el proceso licitatorio de GIOL con aquellas facilidades y apoyos que el mismo gobierno debía suministrar.

A nivel de los productores, Sancho había comenzado la tarea de integración con la ayuda de Elvira Castro que se encontraba a cargo de la Dirección de Cooperativas provincial, para que estuviesen en condiciones de presentarse a la licitación de la empresa. Esta era una tarea muy difícil ya que se encontraban muy cómodos con la elaboración de sus cosechas por parte de la empresa y porque existía un gran individualismo en su cultura.

Para romper con este mecanismo, Sancho dio a conocer que la empresa GIOL había decidido que en 1989 dejaría de elaborar vino. Esto fue tomado con bastante incredulidad, y él lo sabía. Por eso Sancho iba personalmente a las reuniones para tratar de convencerlos de que la reestructuración era un camino sin retorno, expresando en una oportunidad: “No esperen que alguien nos tuerza de nuestro camino. El Estado no elabora más vino a partir del 89. Nosotros les ofrecemos todo el apoyo técnico para que ustedes se integren, y en la Dirección de C

ooperativas podrán encontrar las soluciones más eficaces a sus problemas en ese sentido. Los bancos provincia­les, si se liberan de este muerto que es GIOL, podrán tener capacidad para otorgarles los préstamos que ustedes necesiten.

Podrán alquilar o comprar bodegas con estos créditos. La garan­tía será con vino, especialmente el que tienen en este momento en GIOL. Y el monto del crédito a otorgar estará atado al nivel de producción de cada uno de ustedes. Este es el plan que pienso lanzar y les aseguro que no hay otro con mayor factibilidad. Estamos discu­tiendo hace tiempo otras posibilidades pero no cierran.”

Un viejo productor que lo escuchaba con el ceño fruncido, comentaría: “No hagamos nada. Seguro que GIOL termina elaborando el año que viene como siempre. A este Sancho apuesto que lo bajan de un hondazo, en los últimos tiempos ningún Presidente de la empresa duró más de once meses. Antes que nos demos cuenta va a aparecer otro con otra historia.”

Sancho adivinaba estos comentarios. Sin embargo, se había jurado que “él iba a poder” con la situación, y siguió abriendo perspectivas de integración. Las ofrecidas por el ingeniero Sancho no eran sólo a las cooperativas. También planteó la búsqueda de apoyo oficial para las sociedades anónimas, para las sociedades de responsabilidad limitada u otras que quisieran formarse.

La sala

El despacho se abrió repentinamente, y la secretaria le sonrió anunciándole que había llegado su turno. Miró en dirección al gobernador, la luz de la ventana le daba de lleno en la espalda dejando ver sólo su silueta. “¡Presiones, presiones, presio­nes...!” repetía Bordón en ese momento, “¿quién podría calibrar la intensidad precisa de las presiones que se pueden resistir sin quebrarse?” Y moviéndose hacía su sillón soltó una carcajada: “¡busquen algún físico y desígnenlo mi asesor!” A lo que Gabrielli repuso: “Bueno, a veces no queda mas que jugarse” mientras muy serio tendía su mano a Sancho.

Con el periodismo contra la puerta

-Tengo a los periodistas del otro lado. Sentémonos y veamos qué se puede resolver en cinco minutos. Miren..., me llenan de proyectos. Bueno, pensemos lo de la ley y luego veamos proyec­tos, para esto último tenemos más tiempo.

-Se equivoca, gobernador-, contestó Sancho,-debemos saber qué queremos hacer para decidir el momento. Yo le digo: integre­mos a los productores para que compren la empresa. Yo le agrego, tengamos planes precisos de redistribución del personal o, en su defecto, preveamos la cobertura de las indemnizaciones. Y si usted nos acompaña en esta línea, decida el veto. De lo contrario, tengo todas las renuncias de mi equipo firmadas... y la mía propia.

-¡Preparen el veto!-, ordenó el gobernador. -Espere, no se vaya. Quédese con Gabrielli, termino con los periodistas y ya estoy con ustedes.

¿Gano o no gano?

Sancho respiró aliviado y sintió hambre, hacía un día y medio que estaba a café..., y ni siquiera se había dado mucha cuenta. El gobernador regresó con ímpetu, al tiempo que les decía:

-Ahora vamos a resolver cómo sigue la historia. No contamos con el parlamento para nada. Espero que no se les dé por juntar los dos tercios para imponer la ley. No creo que lleguen, salvo que alguno de los nuestros nos dé alguna sorpresa-. Y luego el gobernador agregó -Quizá podríamos avanzar con medias tintas. Digamos que no elaboramos uva criolla, pero si es uva fina... Tomemos alguna medida gradual.

Sancho tuvo que controlar su sobresalto, una rápida mirada de Gabrielli le permitió coraje en la mesura. Respiró profundamente y dijo:

-Imagínese, luego del trabajo que nos tomamos con los productores diciendo que tienen que integrarse porque GIOL no va a elaborar más... Imagínese lo que pasa ahora si esto sale con medias tintas... Nos matan... Se nos caen todas las cooperativas.

-Es cierto, no sirve --reconoció el gobernador--, es la única manera que la gente decida integrarse en cooperativas. Pero, usted esta seguro que van a estar en condiciones de continuar las tareas de GIOL. Parecen saltos al vacío, no tenemos anteceden­tes de nada igual-.

Sancho volvió a abrir su portafolios...

-Esta bien --reaccionó el gobernador-- no reitere la escena de la renuncia que ya ha perdido teatralidad.

Recogiendo el guante

-En un mes lo invito a un asado con los productores. Verá que no se equivocó-, dijo Sancho mientras apretaba la mano del gobernador en señal de despedida y se retiraba con Gabrielli, apurados ambos por saborear el triunfo, seguros de decidir por una buena cena, sin que uno solo de ellos hubiera comunicado su pensamiento.

La comunicación de la medida

Cuando el gobernador Bordón se reunió con la prensa, expresó:

-Voy a firmar el veto de la ley de GIOL, por motivos formales y por motivos económicos de la pro­vincia. En cuanto al primero de los motivos, la ley vetada no corresponde; no es correcta desde el punto de vista jurídico constitucional ni desde el punto de vista económico, porque es claro que aparece no como objetivo de modificar la ley de GIOL sino que surge a posteriori tratando de impedir una decisión en el marco de toda su política del gobier­no provincial, lo cual ratifica lo que veníamos diciendo que estamos actuando en el decreto en el marco de la Constitución y de la ley de GIOL, si no, no hubiera sido necesario que se elevara esta ley modifica­toria después que nosotros definimos nuestra política (HOY, 15 de diciembre de 1989).

Al vetarse la ley, el gobernador decide dirigir un discurso a la provincia por la red oficial de radiocomunicación, medio utilizado sólo en casos de gran importancia. El anuncio produce un cambio muy marcado en la actitud generalmente escéptica que caracterizara a los productores.

Canto de victoria

Al mes, exactamente, el gobernador fue invitado a un asado de productores. Uno de sus asesores contaría después: “El lugar era una bodega alquilada por los productores en pleno proceso de arre­glo. El gobernador es recibido con carteles de bienvenida mientras los indispensables se ocupan del asado. La mayoría está calzado con alpargatas y viste humildemente. Allí descubre que no son mentiras, que se trata de 4 000 productores, muchos de ellos de escasos recursos. Que son gente que está al lado de la cepa trabajando la finca como cualquier otro laburante. Ahí, la cara del gobernador cambió y se le dibujó una firme sonrisa que sostendría toda la jornada. Por momentos, se cruza con Sancho y le rodea la espalda con su brazo derecho, o se la golpea con suaves palmadas.”

Y el mismo viejo productor que realizara con anterioridad aquel comentario escéptico, después de escuchar a Sancho, comentó esta vez:

-Parece que no hay remedio. Vamos a tener que trabajar para integrarnos y hacernos cargo de la empresa. Así comenzó un proceso de aceleración en la integración de los productores y la aparición en el escenario del resto de las fuerzas.

Reaccionando

De inmediato dio comienzo la resistencia de ciertos sectores políticos, sobre todo desde el parlamento que se sintiera totalmente ignorado al no haber quedado sometida esta medida política a su consideración, mediante el clásico proceso de sanción de una ley. El partido oficial se quebró en este punto, y el resto de los partidos no podía dar una respuesta unánime. Más que una opinión partidaria lo que aquí se ponía en juego era un modelo de Estado que aparecía paradig­mático respecto a otro que se estaba tratando de imponer. Y esto iba más allá de las tradicionales pertenencias políticas.

Tanto la comunidad como el resto de los productores vieron con beneplácito la medida. Los periodistas de todos los medios se lanzaron a la calle a compulsar la opinión de la gente y la opinión mayoritaria recogida parecía sintetizarse en un: “Perfecto, había que cambiar GIOL. Después discutiremos cómo se sigue con esta historia. Por ahora está bien lanzarse a la privatización.” Muchos ni siquiera sabían que existían distintos caminos para la privatización, y consentían en bloque.

El sindicato, el personal y los políticos

En cuanto al sindicato y los empleados de la empresa había una actitud total­mente negativa, al tomar conocimiento por Sancho de que se iba a producir una reduc­ción muy importante del personal, aunque se evitaría que quedara gente desocupada. Se ofreció a los trabajadores integrarlos en programas de propiedad participada, si es que los productores creaban una sociedad anónima. Pero la respuesta fue unánime:

-¿Para qué queremos acciones de una empresa quebrada? Además, quién nos garantiza que estos productores, de profesión “cómodos” hasta este momen­to, sean capaces de llevar exitosamente la actividad traspasa­da. Así también pensaba el secretario general del gremio local, Pezzutti, quien no podía creer lo que veían sus ojos:

-Mis propios compañeros partidarios traicionando nuestros prin­cipales principios. Yo los voté como mucha gente que quiere a GIOL como a la propia provincia. Tiene que pasar algo que deten­ga esta política ‘vende patria’.

En este clima se decidió la toma de la empresa por parte del personal dirigido por los sindicalistas quienes también fueron a pedir la cabeza de Sancho a la gobernación.

El gobernador no recibió a Pezzutti, el sindicalista que encabezaba la comisión. A consecuencia de ello intentaron abor­dar al ministro de economía quien, luego de una larga y tensa conversación, les contestó:

-Miren, si Uds. consiguen un presidente mejor que Sancho no tengo problemas en reemplazarlo. Pero ese nuevo presidente tiene que traer bajo el brazo una propuesta mejor. Aquí vamos a ser todos responsables porque no podemos hacernos los locos como si esta empresa anduviera sensacional.

El personal movilizado tuvo que contestar que no tenían a nadie que pudiera salvar a GIOL de la quiebra. “Ni siquiera tenemos un buen contador en el sindicato”, dijeron. Era obvio que, en esos términos, no había alternati­va posible. No obstante, el ministro Gabrielli los recibió muchas veces, generando un clima de diálogo que posteriormente diera lugar a falsas expectativas en el sentido de que era posible cambiar el rumbo de lo decidido por el gobierno. Mientras tanto, éste daba orden a las autoridades de GIOL para que acelera­ran el proceso de reconversión.

Algunas otras aprehensiones políticas

Al mismo tiempo, el preocupado Bobillo ha escuchado a Bordón. “Si pudiera lanzarse un proyecto alternativo -pensaba- en una de esas pode­mos impulsar algo desde el partido, en una de esas podríamos obligar al gobierno a darle tratamiento legislativo al tema. ¡Si lográramos salir del shock que la derrota del 87’ nos provocó! Nos estamos quedando atrás, incluso de las opiniones de la gente”.

Él estaba de acuerdo que había que tomar medidas extremas con GIOL pero no acordaba con el procedimiento adoptado. “El proble­ma es que Bordón usa un decreto en lugar de una ley. Con lo cual el Estado se tendrá que hacer cargo de los enormes pasivos que tenía GIOL. Eso producirá un gran escándalo paralelamente a que es, precisamente, FECOVITA la beneficiaria de toda esta situa­ción. Por ley se hubiera dicho, por ejemplo: Se lo damos a FECOVITA, y al resto de las cooperativas que se aglutinen, ya que la Federación no reúne a todas, y la provincia se hace cargo de la deuda, mediante la asignación en el presupuesto provincial de partidas concretas. Al no hacerlo así, nunca se terminará clara­mente el proceso con el Banco de Mendoza, porque se harán com­pensaciones poco prolijas”.

Montaña, por su parte, hablaba ante su propio público:

-Insistiremos con los dos tercios de votos de los legisladores como marca la constitución, hasta convertir en ley la iniciativa parlamentaria, y modificar la carta orgánica de GIOL Todo anima a pensar que vamos a lograrlo, y más aún teniendo en cuenta que la Cámara produjo una resolución, por nuestra iniciativa, por la cual todo acto de disposición de GIOL que por su naturaleza importe incumplimiento total o parcial de los objetivos por los cuales se adquirió la empresa, no podrá ser abordado por el Directorio, más aún por expresas instrucciones del Poder Ejecu­tivo, sin contar con la voluntad expresa de la Legislatura provincial. Si tenemos en cuenta que esta resolución fue votada por unanimidad, vamos a contar con los votos suficientes para insistir.

Por otra parte, el 9 de enero de 1989 el diario Clarín, publicaba la renuncia volun­taria de alrededor de 700 afiliados al Partido Justicialista de Mendoza, pertenecientes a la actividad vitivi­nícola. Esta comu­nicación lo realizaba SOEVA, el sindicato vitivi­nícola local. El texto está dirigido al gobernador, y decía: “(...) con desazón y pena hemos visto cómo el señor Bordón, porque tampoco consideramos que se lo pueda llamar compañero, nos ha defraudado en casi todos los actos de gobierno, tomando determinaciones al más puro estilo liberal, como es el decreto 3.345, que afecta a todo el personal de GIOL, mutilando la empresa en seis unidades y lici­tándose la parte de comercialización y fraccionamiento. Y con ellos, marcas que con seguridad pasarán a FECOVITA, circuns­tan­cia por demás dolorosa, justamente cuando es más necesaria que nunca la solidaridad para retomar la senda revolucionaria que nos señalaron Perón y Evita.”

Otra noticia también ocupaba por ese entonces los titulares de los diarios: Un grupo de dirigentes del Partido Socialista Obrero para la Liberación había decidido promover ante la Cámara de Diputados de la provincia, un juicio político al gobernador, a todos sus minis­tros y al secretario general de la gobernación, en virtud de la aplicación del decreto 3.345/88 (en HOY, 18 de enero de 1989).

Cuando las papas quemaron

Respecto a los problemas internos de la empresa, había llegado el día de la confrontación. El sindicato estaba programando su ocupación, y el clima aumentaba de tensión. Una gran columna de obreros, empleados, gremialistas y políticos se dirigía avanzando hacia las oficinas del directorio del establecimiento. Salvo los partidos de izquierda, el resto eran políticos que se sumaban a la protesta a titulo individual. El ingeniero Sancho permanecía reunido en su despacho con asesores y miembros del gabinete del gobierno provincial. Cuando se enteraron de la magnitud de la columna, estos últimos plantearon que había que irse inmediatamente de la empresa ya que corrían peligro.

Muchos habían recibido anónimos o aparecían pintadas con amenazas de muerte. Algunos vieron involucradas a sus familias, como el caso de Sancho. Estas amenazas podían ser sólo presiones políticas o gremiales dadas las circunstancias, pero también era posible que se dieran hechos violentos ya que en muchos casos se trataba de personal que había crecido con GIOL igual que sus antepasados y sus familias.

Sancho se sentía molesto con la presencia de los políticos allí, quienes en esa situación no tenían nada que negociar y venían sólo a recoger ganancias en río revuelto. Esto no pasaba con el personal y los sindicalistas. Ellos estaban realmente comprometidos con lo que estaba sucediendo. Sonó el teléfono, era el encargado de la planta de fraccionamiento que le informaba que su sector estaba siendo tomado en ese preciso momento. La columna había desviado su ruta hacía allí.

Cuestiones a resolver

Identificación de actores, intereses, etcétera:

1. Estrategias ante el conflicto.

2. ¿Quién representa a quién?

3. Negociaciones y confrontaciones.

4. Peligros potenciales y/o reales del gobierno.

5. Peligros potenciales y/o reales de Sancho y su equipo.

6. Qué derechos está tutelando la legislatura provincial en el caso concreto.


Parte C

Acercándose

Sancho decide actuar con firmeza y lo comunica a sus asesores, pero como para también poner orden en sí mismo: “Mi estrategia central ha sido y es dar la cara. Voy de frente, y mucho más en los momentos difíciles.” Al mismo tiempo, decide enviar un emisario ante los que han tomado la empresa, informando que él recibiría a la gente en tandas de a veinte pero en su propía oficina. Poco después el sindicato le contesta que la gente no quería separarse para dialogar con él, y los ánimos estaban demasiado caldeados como para prever actitu­des totalmente razonables. El ingeniero decide tomarse unos pocos minutos para conversar con el contador Godoy, el único asesor que aún permanecía junto a él.

Luego de un breve intercambio de opiniones, decidieron enviar un mensaje diciendo que sólo asisti­rían al sector de fraccionamiento si todos los presentes eran empleados de la empresa o miembros del sindicato. El resto debía retirarse. Los sindicalistas deciden aceptar la propuesta. Producido el retiro de los “extraños”a GIOL, que fuera avalado por su personal ya que era el único modo de comenzar a negociar, Sancho y Godoy se dirigieron al lugar tomado.

Invitación al baile

Una gran masa de personas los esperaba, enfrentándolos. Algunos de ellos, intentaban adelantarse en clara actitud amenazadora. Especialmente alguien que parecía decidido a todo. En ese momento el contador Godoy le clavaría su mirada y haciendo un rápido gesto, metió la mano derecha sobre su costado izquierdo, debajo del saco, como buscando algo en la cintura. El de actitud agresiva decidió aquietarse por el momento. La actitud de Godoy le permitiría a Sancho algunos momentos de alivio como para empezar a hablar. Aprovechando el clima creado, se dirigió a todos:

-Les vengo a dar la cara con la verdad para ver como la enfrentamos juntos. Vengo a plantearles que quiero producir el menor daño posible. Si colaboramos entre todos quizás podamos evitar lo peor. Si no, alguien pondrá un candado en los portones de GIOL y ya no tendremos nada que hacer.

El primero se niega

Un señor comienza a insultar a Sancho, mientras más allá un pequeño grupo le hace coro. Ante esto, Sancho decide enfrentarlos pidiendo calma y replicando:

-Si me faltan el respeto, aquí se termina el diálogo. Total, los principales perjudicados van a ser ustedes.

El grueso de la multitud comienza a pedir silencio, mientras unos pocos se encaran de desalojar y acallar a los más revoltosos.

El baile fue con el segundo

De esa manera comenzaron a escucharse las explicaciones de parte del directivo de la empresa, en un diálogo casi personal entre el ingeniero Sancho y los empleados y obreros, mientras los representantes sindicales parecían perder terreno en la intermediación. Entonces Sancho pudo sintetizarles en pocas palabras la situación:

-Esto sigue igual que antes y ustedes dentro de una semana se encontrarán en la calle. Si colaboramos podremos, dentro de nuestro objetivo, asegurarles la fuente de trabajo. Trabaje­mos en conjunto, el gobierno está dispuesto a escucharlos. Pero el proceso de cambio tenemos que iniciarlo ahora.

Poco después, Sancho reflexionaría: “Se hubiera podido enviar al gerente de personal o al gerente general. El que haya ido perso­nalmente yo les transmitió un compromiso personal sobre lo que estaba diciendo. Al mismo tiempo pude dejarles claro que el mensaje de la empresa ellos lo estaban entendiendo mal.”

Y se despejó la pista

Finalmente, los presentes recibieron las frases de Sancho con un aplauso cerrado, mientras un delegado gremial sugería donar un día por semana de trabajo a la empresa.

A partir de aquél momento, la situación pudo comenzar a cambiar. Si bien el sindicato siguió oponiéndose a los acuerdos, perdió contundencia al no resultar creíble la consigna de que la empresa GIOL debía ser de los trabaja­dores.

Al mismo tiempo, como nadie se vio perjudicado en la percepción de su salario y al no ser posible tomar esta reivindicación como consigna, el sindicato fue perdiendo abruptamente su capacidad de movilización. En el mismo sentido debía tomarse la promesa por parte del sindicato de resultados en términos absolutos: la paralización de los trámites de privatización, la cabeza de Sancho, etcétera.

Desde otro punto de vista, el gerente de personal y los directores ligados al sector político que rechazaban la gestión de Sancho, también terminaron siendo no creíbles ante el personal. Al decir ellos: “no deben preocuparse, darán marcha atras” y cada día se percibía por el contrario que el avance era mayor. En cuanto a la comunidad mendocina estuvo de acuerdo que a GIOL “por lo menos había que regalarla”.

Al personal se le ofreció la posibilidad de adherirse al retiro voluntario o a ser reubicado en otras dependencias estatales, respe­tándoseles el sueldo y la categoría. Se dividió la empresa en varias unidades, tal como lo habían anunciado. La parte más importante era la de fraccionamiento y comercialización, y tenía que ser traspasada a los productores integrados. Éstos se hallaban organizados en 25 cooperativas junto con otras de larga data en FECOVITA, que quedaría a cargo de esa tarea rn representación de todos los productores asociados.

Posteriormente, con el inicio del proceso de licitación, FECOVITA resulta adjudicataria del proceso de fraccionamiento y comercialización al ser la única oferen­te. Al mismo tiempo pudo absorber un tercio del personal que originalmente tenía la empresa GIOL.

Tareas

· No habrá reuniones por grupo y toda la clase debatirá luego de la lectura

· Se trabajará directamente sobre la piza­rra, sin consignas previas.


Temas

PARTE A: -Procesos de privatización: impactos sociales económicos y políticos (diferencias entre distintos sectores). Procesos de desregulación: los protegidos de la regulación y la competencia desleal. Consideración de medidas sustitutivas: ingenierías económicas y sociales.

Preparación de las políticas públicas. Aminoramiento de los efectos negativos en la estructura económico-social. Espacios de iniciativa en los procesos de toma de decisio-

nes y en la ejecución de políticas públicas. Los políticos en las cuestiones técnicas y los técnicos en las cuestiones políticas. -Entretejido de intereses y niveles en las decisiones político-económicas. Costos y beneficios en procesos consensuados de decisión e

implementación de políticas públicas. La comunicación y las búsquedas de consenso.

PARTE B: Los contextos inciertos y la toma de decisiones. Nuevos modelos de ingeniería económico-social. La negociación: lógicas partidarias en el ámbito del Estado. Sindicatos y nuevos paradigmas. Conflictos de intereses: Lógicas políticas, económicas y sindicales. Percepciones populares de los conflictos.-La representación política y sindical: una mediación posible. Los términos de la confrontación sindical.

PARTE C: Recursos Humanos. Conflictos-negociación-consenso. Representaciones vs. negociación directa. Climas y conflictos organizacionales. Comunicaciones organizacionales. Comunicaciones hacia el contexto. Manejos de conflictos, crisis y técnicas de negociación.